Una información de entrada: en los cursos todos vamos siempre con dos aletas. Y es por buenas razones: es más práctico y podemos manejar las dos aletas de manera intuitiva. El buceo con monoaleta se tiene que aprender… o uno tiene que recordar su naturaleza de delfín 🙂
Con dos aletas tenemos mayor movilidad en el agua y aguantamos más tiempo. Por ello un par de aletas, también llamadas bialetas, es la herramienta adecuada cuando se trata de ser ágil. Por ejemplo en las clases de buceo, en el entrenamiento, como buceador de seguridad para tu compañero de buceo, cuando se bucean distancias largas, para la fotografía submarina, en la pesca submarina, etc., etc. ¡Un par de aletas simplemente es superpráctico!
Una única aleta o monoaleta tiene mucho sentido cuando se trata de eficiencia en un momento determinado. Es decir, cuando se realiza una inmersión extrema y cuando se bucea una distancia muy larga. El movimiento de buceo similar al de un delfín proporciona la mejor forma aerodinámica y un empuje óptimo. Uno de los inconvenientes es que el buceo con una monoaleta no es sencillo. O sea, es una técnica que se tiene que aprender. Además, con los pies „atados“ disminuye la capacidad de maniobra. Si se sabe manejar y se aceptan sus limitaciones en cuanto a agilidad y resistencia, una monoaleta puede resultar muy divertida a la hora de practicar „apnea“ y descubrir la flora y fauna marina. La elegancia del movimiento y el deslizamiento aparentemente sin esfuerzo producen una fascinación muy especial al moverse por el líquido elemento. En otras palabras: no se trata de qué es mejor o peor, sino de qué se desea hacer o experimentar.